Ésta es una semana especial: se cumplen 4 inviernos de nuestra estancia en Alemania. Sí, en lugar de «años» yo suelo contarlo por «inviernos». Es más divertido así. Y aquí seguimos!
Confieso que no sé hasta cuándo. Pero lo que sí sé es que he aprendido cosas muy importantes residiendo en el extranjero.
El post lo podía haber titulado «3 cosas que he aprendido residiendo en Alemania», pero si de algo me he dado cuenta es que seguramente si viviera en otro país, lejos de mi patria, las hubiera aprendido también. Así que me apetecía poder celebrarlo compartiéndolo contigo hoy en el blog.
El amor no tiene edad. La amistad tampoco.
Los que me conocen saben lo que me gusta relacionarme con las personas. Pero estando lejos de casa, con familia y amigos a miles de kilómetros, encontrar buenas personas con las que conectes es para mí algo imprescindible.
Aunque no pretendas necesitar a nadie, llega el día en que las necesitarás. Bien sea porque no sabes ni por dónde empezar con la burocracia, porque no conoces la ciudad o porque necesitas que alguien te eche una mano con la pequeña. Pero no sólo eso. Cuando tienes la suerte de tener cerca buenas personas, si te abres a ellas te descubrirán mucho más que una mano que te ayuda. Te mostrarán partes de su cultura totalmente ajenas a ti. Y ello te ayudará a abrir tu mente y a descubrir que «lo normal» para unos no tiene porqué ser «lo normal» para otros.
Todas estas palabras las quería dedicar a mi querida vecina. Tengo en concreto 2 vecinas preferidas, pero una de ellas es muy especial. Ni tiene ordenador, ni teléfono de última generación, ni sabe lo que es instagram. Sabe lo que es un blog porque siempre me pregunta por el mío, pero no se conecta a internet {su marido sí}.
Si llevas algún tiempo pasando por el blog de sobras habrás oído hablar de mi querida vecina. He tenido mucha suerte, lo sé. Pero su gentileza me hace plantear lo importante que es hacer sentir bien a otras personas.
Mi vecina preferida tiene «70 plus», como a mí me gusta llamarlo. Eso significa que tiene más de 70 años. Es muy activa y viaja cada año con su marido a países lejanos y exóticos. Me encanta que tenga tantos planes.
Cuando llegué a Alemania yo no sabía hacer más que un bizcocho corriente y moliente. Huevos, azúcar, aceite, leche, harina, ralladura de limón y levadura {con las claras a punto de nieve, eso sí}. Bien, gracias a ella he descubierto mi pasión y amor por la repostería casera. Gracias a ella he podido traerte al blog 11 pasteles alemanes que tienes que probar. Bueno, uno de ello me lo enseñó a hacer su marido, que es un excelente cocinero porque era uno de los Chef de uno de los mejores restaurantes en Salzburg, el Goldener Hirsch.
Ella, mi vecina, mi amiga, mi querida Edel, me cuenta las dificultades que pasaron al terminar la II Guerra Mundial en su sofá y a mí se me ponen los pelos de punta.
Puedes comprobar lo que nos miman tanto ella como su marido releyendo un par de post que escribí hace años, cuando casi no nos conocíamos: recogieron nuestro correo estando en verano de vacaciones y nos traen deliciosos manjares que cocinan para ellos.
Os podéis imaginar lo enamorados que están de «Prinzessin S». Pues un par de noches al año siempre aceptan encantados a cuidar de ella mientras nosotros salimos a cenar o a charlar un poquito de noche con amigos.
Cuando ellos se van de viaje, ahora nosotros también les ayudamos con las plantas y el correo.
Creo que les hemos traído vida. Pero además, incluso les he llegado a «españolizar» un poco. En ocasiones se me ocurre ir a su casa para darles algún recado algo tarde, sobre las 22:00h. Entonces mi marido me decía: «Eli! Que no son horas!». Pero hemos acordado que mientras veamos la luz del salón en su casa puedo llamar, sea la hora que sea.
Su marido también me ha ayudado mucho. Sobre todo con el papeleo y la burocracia de este país. Gracias a él pude contarte cómo cambiar la matrícula española por la alemana, puesto que es obligatorio hacerlo si resides en Alemania más de 6 meses con un coche extranjero.
Podría estar escribiendo de ellos hasta el infinito.
Lo que quiero destacar es que me ha encantado abrir los ojos estando en el extranjero y poder darme cuenta de que una buena amistad no tiene edad. Podemos aprender, y mucho, de personas de cualquier edad.
Somos capaces de hacer mucho más de lo que imaginamos
Tan sólo hemos de levantarnos de nuestra silla cómoda, sentir algo de vértigo y darnos cuenta de que el miedo y los límites son mentales.
Al llegar a Alemania podría haber hecho 2 cosas:
Una: sentarme en el sofá, ver la TV española y relacionarme sólo con españoles. Para mí: FRACASO TOTAL.
Dos: darme tiempo, buscar una guardería para «Prinzessin S», aprender alemán, darme más tiempo, conocer mi ciudad poco a poco, entablar amistad con alemanes, tener paciencia, no tener vergüenza hablando alemán aunque me equivoque o no pronuncie bien, hacer algo cada día que me guste {lo descubrí al abrir este blog}, «forzarme» a quedar con amigas alemanas que querían quedar conmigo aunque me costara horrores entenderlas y volviera a casa con dolor de cabeza de tanta concentración para entender algo. Pero, lo más importante: DISFRUTAR haciéndolo.
Está claro qué opción he tomado. También está claro que aún tengo que seguir aprendiendo, puesto que la vida es un aprendizaje constante. Ahora aprendo incluso de mi hija de 4 años. Tantas cosas aprendo de ella!
Sé que muchas personas prefieren quedarse en su patria. Imagino que por miedo y comodidad. Pero no es nada malo. Como tampoco es nada malo escoger la oportunidad que se nos brindó para poder venir a vivir a Alemania y descubrir infinidad de cosas que no hubiera descubierto en mi ciudad. Seguramente ni siquiera estaría escribiendo esto.
Dicen que si algo no te gusta en tu vida, cámbialo. A mí no me disgustaba para nada mi vida en Barcelona, pero se nos presentó la oportunidad de venir a Deutschland. Un gran reto habiendo tenido apenas hacía pocos días un bebé. Nuevo país, nuevo idioma, nueva cultura, …
Tras hacer muchos números y analizar pros y contras, me paré en seco y pensé:
¿Qué es lo peor que puede pasar?
Lo peor que puede pasar es que aprenda alemán. No, bromas a parte, lo peor que podía pasar era que no funcionara, que no nos integráramos, pues volveríamos a Barcelona. ¿Cuál era el problema? Sin embargo, aquí estamos.
Pero después de 4 años, un blog, un libro, mi certificado nivel B2 de alemán y una shop, puedo decir que soy feliz.
Pero soy feliz en general, no porque viva en Alemania. Aunque sí considero que haberme alejado de mi rutina, de mi país, me ha hecho descubrirme más a mí misma y me ha ayudado a ser más fuerte. Cuando me equivoco, aprendo y crezco un poquito más cada día. Tomo decisiones, muchas veces con cierta incertidumbre. En ocasiones acierto, en ocasiones fallo, pero tomo decisiones que me ayudan a aprender.
Y lo que más me gusta es darme cuenta, ahora que hago balance después de 4 años de llegar a Alemania, de todo lo que he sido capaz de hacer. Por eso me gusta mirar adelante y pensar en todo lo que me gustaría hacer a partir de ahora. A por más planes!
Ha sido lejos de mi querida Barcelona donde me he dado cuenta de que somos capaces de hacer mucho más de lo que imaginamos. Tan sólo necesitamos ser valientes.
Rodéate de gente que te haga feliz
Esto es lo que me repito internamente muy a menudo. Porque considero que es el secreto de la felicidad.
Si alguien te hace feliz, inevitablemente entrarás en un círculo virtuoso, puesto que a ti también te encantará hacerle feliz.
Al llegar a un nuevo país todas las personas que conocemos son nuevas. Y, cuando vamos entablando amistades, siempre coincidiremos más con unas que con otras. A veces tenía la sensación de que, a pesar de no congeniar al 100% con algunas, «debía» continuar la amistad. Curiosamente no me ha sucedido con nadie de nacionalidad alemana. Lo dejaremos aquí.
El caso es que ahora centro toda mi energía sólo en personas que me hacen feliz. Y hago planes sólo con ellas. Y aún soy más feliz.
Es así de simple, rodearse de personas que nos hacen felices.
Y muy ligado al punto uno que comentábamos con lo de la amistad no tiene edad, añadiría que tampoco tiene nacionalidad. Ni siquiera hobbies o raíces comunes. Tengo la suerte de tener grandes amigas aquí en Alemania que me quieren infinito. Son distintas amistades de las de toda la vida. También tengo la suerte de conservar mis amigas del colegio, de la universidad y del veraneo en Barcelona, a quienes no he dejado nunca de querer. Pero entablar nuevas amistades y conectar con gente de la generación 30plus y en adelante, es muy gratificante.
Una de mis mejores amigas alemanas tiene nada más y nada menos que 7 hijos y es una de las personas más pausadas y organizadas que conozco. Sus hijos son una monada y se entienden también muy bien con «Prinzessin S».
Y quería cerrar el post de hoy presentándote a una amiga realmente especial. Ella es lituana y ha vivido muchos años en Austria e Italia. Con ella hablo tanto italiano como alemán, puesto que ambas hablamos los dos idiomas y así vamos practicando. Congeniamos desde el primer día y no compartimos casi nada en común. Quizá por ello nos complementamos tan bien.
Ella, Irena, es soprano. Es una de las mejores cantantes de ópera de todos los tiempos y mañana es su cumpleaños. Así que te dejo con ella en una de sus actuaciones estelares interpretando a Papaguena en la ópera de Mozart «Die Zauberflöte» {La flauta mágica} en el festival de Salzburg y me voy a prepararle algo especial!
¿Qué tal con tus vecinos? ¿Te has atrevido a hacer algo nuevo que te diera un poco de vértigo este último año? Las personas con las que te relacionas, ¿te hacen feliz?
Brindo por un nuevo año en Alemania que empieza ahora. Vamos a por el quinto invierno!
Gracias por acompañarme.
19 Comentarios
Marcos
6 julio, 2016 a las 6:54Hallo Elisabet!
Wie geht es Ihnen?
Simplemente darte la enhorabuena por este post y por tantos otros tan buenos, pero éste ha sido muy sincero, profundo y gratificante al leerlo.
Hace meses que no escribo pero siempre leo tu blog.
Grüsse aus Galicia
Marcos
Rosa
6 julio, 2016 a las 8:45Elisabeth, gracias por compartir tus experiencias con todos nosotros, gracias por el vídeo y la maravillosa actuación de tu amiga, muy guapa ella, y gracias por relatarnos las vivencias con tus vecinos. Ayudas mucho a eliminar tópicos que mucha gente aquí en España tienen sobre los alemanes. Como te pasó a ti también a mi mis vecinos me ayudaron mucho a entender Alemania y sus costumbres, hacer pasteles y demás hasta que poco a poco fui adaptandome. Es el día de hoy que conservo grandes amistades y me alegro infinito de poder pasar todo el mes de agosto en Baviera y volver a verlos. Me alegra ver lo feliz que eres y te deseo que sigas tu camino con tanta valentía y alegría. Permite me darte un fuerte beso!
Katty
6 julio, 2016 a las 9:20Soy seguidora desde hace ya bastante. Creo que desde casi tu llegada a Alemania, este post en especial me recuerda mucho a mi cuando llegue a Catalunya hace ya 11 años. Aprendí catalán y conocí una cultura nueva y tan diferente a la mía (soy venezolana), tantas amistades bonitas he dejado allí, mi hija de dos años nacio alli. ahora vivo en Alemania.
Y estoy aprendiendo el idioma al igual que tu, mi hija en la KiTa y ya he vivido esto. Mi segunda aventura, a aprender y seguir creciendo…
Me contenta muchísimo que seas tan feliz rodeada de gente positiva, éxitos y a seguir backeando 😉
Este tipo de post tan cercano y sincero me ha encantado!
Maribel
6 julio, 2016 a las 9:38Elisabet, felicidades por aprender a ser feliz. Cuando cambias de país…creo que solo puedes hablar de ciertas experiencias con gente que está pasando por la misma situación. No es fácil, para mí va a días. Cada mañana es un nuevo reto.
Un abrazo y esperemos que el invierno tarde en llegar??
Arantxa_gorilasalcuadrado
6 julio, 2016 a las 10:30Qué curioso! cuando vivíamos en Menorca también contábamos el tiempo que llevábamos allí por los inviernos. Se nota que es lo más duro 😉 Enhorabuena entonces por tus 4 inviernos y también por haber optado por la opción 2 y por explicarlo tan bien en tu blog
Sofía
6 julio, 2016 a las 11:10Me ha encantado ?. Yo también viví fuera dos años y nunca se te quita el gusanillo de volver a hacerlo ya que es toda una experiencia, sigue disfrutando de la tuya como haces, un abrazo!
Yasmín
6 julio, 2016 a las 12:21Hola me ha encantado tu post gracias por compartir. Yo soy mexicana y también opté por relacionarme con vascos y vascas qué aunque digan que son muy cerrados yo opino lo contrario y decidí quedarme con quien me hace felíz ?. Un gran abrazo desde País Vasco?
eloisa
6 julio, 2016 a las 21:28necesitamos una Elisabeth como tu en francia, inglaterra, ustralia etc. que nos ayude a ver y comprender el mundo como lo haces a través de tu lente y corazón
Eva Ferreiro
8 julio, 2016 a las 14:20Tengo la lagrimilla asomando…hace 10 meses que me marché de mi querida Galicia a un pueblo de England. Embarazada y sin dominar el inglés (que una cosa es lo que se estudia y otra lo que hablan aquí)…Últimamente ando algo triste. Estoy desilusionada conmigo misma. Creí que al ir a otro país aprendería y haría más cosas en menos tiempo. La llegada del bebé lo cambia todo, claro, pero no sabía cómo iba a repercutir eso en nuestra vida. ¿cómo te organizas? Ya sé que la prioridad son l@s peques, pero…¿cómo te concentras? ¿cuál fue tu prioridad al llegar?
Elisabet
8 julio, 2016 a las 23:54Muchos ánimos Eva!! Date tiempo. Sé que no es fácil, pero sí importante. Márcate metas cortas con las que sientas que avanzas. Mira. Se me ocurre que puedo contestar tus preguntas en un próximo post!!
Gracias por tu aportación y fuerza desde Deutschland*
Eva Ferreiro
9 julio, 2016 a las 22:50Graaacias! Lo leeré encantada!!
José Miguel
8 julio, 2016 a las 18:21Joder Eli, (perdón pero me ha salido del alma). Me encanta cuando te pones a filosofar sobre la vida. Es una pasada leerte. Me encanta tu modus vivendi y ójala nos encontráramos gente como tú en el día a día. Yo me apunto a ser feliz o, por lo menos, a intentarlo. Mi particular filosofía, como dice una canción de Christina Stürmer, es «Ich höre auf mein Herz».
Mikel Vargas
9 julio, 2016 a las 0:53Elisabet,
eres un encanto de mujer. Gracias por este post tan positivo. Y también por habernos obsequiado con esta maravillosa interpretación de Irena Bespalovaite como Papagena en La flauta mágica de Mozart. Transmitelé mi admiración y felicitación por su cumpleaños.
Silvana Noviski
14 julio, 2016 a las 23:34Elisabet,
Hé descubierto tu blog y estoy encantada! te escribo desde Argentina, soy apasionada de la cocina, transmitida por mis abuelos con raíces españolas y ucranianas. Te cuento que en el centro del país tenemos una colonia de alemanes y todos los inviernos vamos a disfrutar de la gastronomía. Te mando cariños desde el sur!
Elisabet
15 julio, 2016 a las 9:49Gracias Silvana! Me alegro que te guste el blog. Saludos de vuelta hacia Argentina***
Katheryn Ponce1994
1 octubre, 2017 a las 15:47Hola!
Pasamos por experiencias similares, actualmente me encuentro en Austria y soy de Honduras, que duro lo del idioma cierto? Apenas A2 de alemán y 0 de inglés.. Son retos grandes estar lejos de la familia pero sin duda de cada cosa se puede aprender. Saludos
Elisabet
1 octubre, 2017 a las 20:13Gracias Katheryn por animarte a compartir tu experiencia.
Te mando muchos ánimos!
Merce
11 noviembre, 2017 a las 17:49Hola Elisabet,
Llevo casi un mes y medio viviendo en Alemania con mi marido (Hilden, al ladino de Düsseldorf). Ambos lo consideramos una oportunidad. Había leído ya varios posts tuyos, pero he de decir que este me ha resultado especialmente emotivo. Coincido cien por cien en que las amistades no tienen edad, y yo añadiría que tampoco lugar específico, sólo responden a la naturaleza de las personas. Desde hoy me hago seguidora activa de tu blog… y espero conservar la ilusión por conocer Deutschland al menos al nivel que tú sugieres.
Elisabet
12 noviembre, 2017 a las 0:58Oh! Muchas gracias Merce por tus bonitas palabras y por seguir el blog!